La noticia relata la versión de algunos campesinos de la provincia de Sechura, en la Región Piura, que denuncian la extraña perdida de ganado caprino y ovino. Además cuentan que han encontrado animales ensangrentados con mutilaciones severas y en otros casos solamente los huesos.
La noticia es muy peculiar, y diría hasta típica, en algunas zonas de Piura como esta, afectas a costumbres, tradiciones y creencias míticas. Recuerdo que mamá me relato la historia del “médano blanco”, un lugar cerca del desierto de Sechura, un sitio que atraía mágicamente, donde cualquier que ingresaba no volvía jamás; animales perdidos y personas desaparecidas en la zona el médano servían de sustento para hacer de lugar un sitio mágico, misterioso y aterrador para cualquier niño.
De niño siempre quise ir a conocer el misterioso médano, cosa que hasta la fecha no hago pero ya habrá oportunidad, sin embargo no solo curiosidad y ansias de aventura causan relatos como este. A mi sobrino Carlitos de 6 años, que lee y escribe perfectamente desde los 5, la noticia del Chupacabras lo dejo aterrorizado. Carlitos es un niño precoz, muy vivaz e hijo único, así que en su mayoría, su imaginación crea mundos donde jugar y sentirse acompañado.
En la mente de mi sobrino el chupacabras “es un monstruo que se parece a una hiena, también es como un tigre y un lobo, es peludo como un gato, vive en una cueva y cuando caza a una cabra se la come y la deja en huesitos”, concepción no muy alejada de cómo lo pintan en Centro América, no acertó en lo del pelo de gato, porque se dice que tiene la piel escamosa. De donde proviene la leyenda de este ser es originalmente Puerto Rico, de ahí llego a Piura para convertirse, en la mente de Carlitos, en un monstruo temible.

Cuando era niño mis hermanos me asustaban con el “jinete sin cabeza”, decían que cabalgaba por nuestra casa, y también con la lechuza monstruo, en ambos casos según mis hermanos, me atraparían y llevarían si salía de casa. Ahora sé que lo hacían para no llevarme con ellos a ningún lugar. Admito que a mis 6 años sentía miedo a estos peligros que asechaban en la calle pero al siguiente año los supere.
Los niños que creen en la existencia de monstruos pueden sufrir alteraciones en su conducta. En mi niñez sentía miedo y ganas de no salir de mi habitación, a Carlitos estos monstruos le causan temor, por la noches no quiere quedarse solo ni que apaguen la luz, pero existen otras consecuencias que experimentan los niños; estados de ansiedad, miedo profundo, temor hasta de su propia sombra, a dormir solos, o a cerrar la puerta de sus habitaciones por la noche. En algunos casos el temor los convierte en niños llorones (no en sentido despectivo), asustadizos y retraídos, lo que genera en su desenvolvimiento inestabilidad y problemas serios en su conducta.
Pero en otros casos, puede causar deseos de salir a cazar a los monstruos. Carlitos se armó de valor y una vez superado el miedo me pidió, espada (de juguete) y saco en mano, salir a cazar al chupacabras. La conquista de su miedo fue motivada por la curiosidad, por las ganas de ver de cerca al monstruo y examinarlo (a mi sobrino le atrae la ciencia).
En otros casos la conquista del miedo no se da cuando se atrapa al chupacabras sino cuando se comprende que la causa de los miedos son superables y así no dejar que el temor controle nuestra vida y nos quite el sueño.
Me alegra verlo vestido al estilo Indiana Jones tirando más para Van Helsing, ya sin medo al chupacabras. Ya vendrá con algún monstruo nuevo cuando lea algo que lo inquiete, así es Carlitos, pero siempre lo superará.
Superar el temor a los “monstruos” de la vida; los que están escondidos en el armario, debajo de la cama, en el sótano, en la oscuridad, o en el trabajo y nuestra vida diaria, no es solo es cosa de niños. Durante nuestra vida nos toparemos con monstruos y tendremos que enfrentar el miedo y superar el temor para continuar sin dejar que algún ruido rompa la tranquilidad a media noche o de nuestras vidas.
Fuente:
- Noticia del Diario "La Hora" de Piura www.lahora.pe.